domingo, 3 de octubre de 2010

Relato "IGUAZÚ" (por M en conflicto)

No puedo evitar piratear para vosaltres una de las últimas entradas de mi amigx M en su blog. Simplemente sublime. Gracias, lindura, por regalarnos ese arte tan ingente que no te cabe ner pesho!!

IGUAZÚ


Sólo necesita un poco de silencio.

Pensó que podría encontrar algún momento de tranquilidad en el fin de semana en las cataratas, que Roberto se entretendría con Carlos y ella podría escabullirse de Yolanda y estar un rato tranquila.

No pudo al llegar al hotel en Puerto Iguazú y repartir las habitaciones, mientras los niños de la pareja amiga chillaban excitados, y Roberto increpaba al recepcionista porque la habitación todavía no estaba preparada.

Tampoco por la tarde en la piscina, mientras Roberto gritaba ufano tras haberle ganado una carrera nadando a los dos niños, de 7 y 10 años. Sintió vergüenza ajena al verle con el agua a la cintura, respirando como una morsa asmática con los brazos en jarras y sacando pecho como si hubiera ganado las olimpiadas en lugar de a dos críos.

No hubo tranquilidad tras la cena, indigesta de conversaciones presuntuosas sobre lo bien que funcionaban las cosas en España en comparación con Argentina, cuando Roberto se lanzó sobre ella en la cama, pegajoso de sudor y alcohol. Le escuchó resoplar en su oído durante todo el aburridísimo polvo que echaron.

Pensó que podría encontrar algo de silencio cuando atravesaron la entrada del parque natural de Iguazú en el autobús, y vio la vegetación, densa y húmeda, cercando la carretera. Atravesó los torniquetes en el centro del grupo de turistas que seguían al guía, y entregó su entrada sintiéndose como un borrego, mientras Roberto la empujaba:

- ¡Vamos Marta! ¡Mira que eres lenta!

Mientras esperaban el tren en la ruidosa estación trató de no pensar en el calor húmedo, que hacía que la camiseta se le pegara a la piel, y en la gente que la empujaba y la golpeaba al pasar, para no desmayarse. En el tren, los chistes soeces que Roberto le gritaba a Carlos se oían sobre el rumor de turistas emocionados que disparaban sus cámaras a diestro y siniestro.

Al caminar en las pasarelas sobre el río, quiso en varias ocasiones detenerse a mirar la superficie de agua que se movía mansamente bajo sus pies, y descansar su vista en el horizonte, pero cuando Roberto no tiraba de su brazo, la apremiaba la voz del guía llamándoles delante. Se sentía continuamente zarandeada por los cuerpos y las voces que tenía alrededor. De pronto tropezó con una japonesa que se había detenido a hacer una foto, y cayó sobre Roberto:

- ¡Qué torpe eres, Marta!

Cuando llegaron a la catarata, no pudo comprender cómo la gente era capaz de seguir hablando. La visión de todas esas toneladas de agua cayendo al vacío con estruendo la sobrecogió, y la hizo sentirse minúscula. No podía dejar de mirar la nube de agua pulverizada que ascendía desde la Garganta del Diablo, ni ese torrente que parecía tragarse a sí mismo sin tregua. “Qué gran lugar para suididarse”- pensó. Ser tragada por ese vórtice de agua que chocaba contra las rocas al fondo, caer en la nube y desvanecerse. Y al fin, silencio. El vértigo la mantenía atrapada, sin poder apenas moverse, sin dejar de mirar el agua, cuando Roberto se subió en la barandilla, a su lado, para hacer una foto a Carlos y Yolanda.

Sin pensarlo dos veces, Marta tropezó, y al cuerpo de Roberto se lo tragó el Diablo.

Después, se hizo el silencio.

Qué torpe eres, Marta.

2 comentarios:

HelenLaFloresta dijo...

qué bueno, bueno, bueno!!!

me he sentido marta muchas veces...

M dijo...

Perracaaaa! Es un honor semejante pirateo! Y una alegría verte de vuelta por los lares bloggeros. ¿Nos vemos en Sevilla?

Besoooosssss!!