(Este irritante descubrimiento vía vice se merece unos cuantos gritos en el blog, que el fachabú -lugar en el que se originó esta vomitera- ya sabemos cómo es. // Más abajo pego el vídeo).
Ostras, qué vergüenza ajena, qué nausitas... ésta no es la Barcelona en la que yo vivo, gente, esto es un desastre.
La Barcelona que yo habito (y que me habita) despliega ordenanzas municipales que criminalizan, a la vez que fomentan y perpetúan, las desigualdades, privatizan el espacio público, comercializa la creatividad en forma de macbas, filmotecas y murales prefabricados mientras persigue las artistas de la calle, a las gitanas de mi barrio, a las trabajadoras sexuales, a las precarias, a las migrantes... por el mero hecho de existir y manchar la falaz y blanca imagen que quieren dar al mundo. Esta Barcelona elabora planes urbanísticos en los cuales lo que prima es el turismo exacerbado, consumidor por excelencia de una Barcelona de cartonpiedra diseñada a medida del capitalismo más salvaje, es la "botiga més gran del món" que quiere construir el Pla Paral.lel, hacinar a "la chusma" en las chabolas periféricas, poner un hotel Vela en cada cada esquina y un bar gafapasta de precios imposibles en cada zona de supervivencia de los lateros. Esta Barcelona tiene cuerpos represivos que matan a la gente, que asesinaron a Juan Andrés Benítez y a otrx tantxs, que intentaron robarle la mirada a Ester Quintana y que le arrebataron un ojo (y a tantxs otrxs) con sus armas letales, que encarceló a Patri, a Rodri y a muchísimxs otrxs porque su manera de situarse en el mundo les incomodaba, que detiene a la peña, la apalea, la tortura, la desaloja, la quiere echar. La quiere encerrar. Karcelona.
Pero de aquí no nos vamos. Aquí estamos la Barcelona de Can Vies, que resiste día a día y reconstruye su alegría, de la Llamborda, de Can Batlló, de la Base, de la Gordíssima, de la Casa de la Muntanya, de la Revol, del Banc okupat, de las desparecidas Carbo, Rimaia... La Barcelona de las que okupamos las calles, las redecoramos con pintura desobediente, nos la bebemos a golpe de cerveza artesana, nos la bailamos al ritmo transfeminista de bocadebaba. También es la Barcelona de las indeseables para el poder corrupto de Millet y sus amigos: las que desobedecen enseñando su cuerpo en las esquinas, con nocturnidad y alevosía, sacando latas de las alcantarillas pa echarse ni que sea unas sonrisas al son de malditos guiris borrachos, sombrero mexicano incluido, cocinando samosas a 75 céntimos quemelasquitandelasmanos... las que hablan un idioma que "nadie" entiende, uno de esos miles de idiomas del negro sur del mundo, las locas, las crápulas, las ladronas, las que "vienen a quitarnos los puestos de trabajo", las yonkis, las payasponis, las tullidas, las sucias, las que mendigan (reclaman lo que es suyo) en el metro y molestan a otras precarias más blanquitas que pagaron 2,15 eurazos por el trayecto. Es la Barcelona de las feas. Y, claro, también es de las que nos organizamos, las que tejemos y compartimos una red de insumos políticos y afectivos que ellos jamás podrían imaginar, las que pensamos juntas, las que nos interlocutamos sin miedo al conflicto y con mucho cariñito, las que nos cuidamos cada día, en situaciones de mucho dolor pero también con el lindo sabor de la cotidianidad de las asambleas, los cinefórums, las jornadas, los círculos de lectura, las charlas en el parque, las birras en el bar manolo, las batallas del twitter, los skypes con las que tanto añoras, las llamadas a tu prima a un sur que nunca dejaste y que también ilumina los callejones barceloneses. El sur como lugar de enunciación, el sur como posición política. Nuestro sur, con el que nos inventamos la Barcelona que nos da la gana, sin pedir permiso.
¡Arde, Karcelona, arde! ¡¡¡Y que viva la Barcelona de las feas!!! (feas de coño pelúo negraco y sureño, muy sureño, para ser precisas)
¡Arde, Karcelona, arde! ¡¡¡Y que viva la Barcelona de las feas!!! (feas de coño pelúo negraco y sureño, muy sureño, para ser precisas)
#Ay
Aquí el dichosito vídeo. Echaros aunque sea unas risas a la salud de mi cabreo.
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