domingo, 13 de noviembre de 2011

Fantomas y teatreras

Tenía esta entrada guardada en borradores hace semanas... ahí va...

Bogotá. Guan mor taim. Llueve tras mi ventana a golpe de salsa de los vecinos. A todo volumen, eso sí. "En la sala de un hospital a las 9 y 43 nació Simón; es el verano del 56 el orgullo de Don Andrés por ser varón..." Qué gran tesis las letras de las salsas míticas, y de las no míticas ni te cuento. Willie Collon y esta salsa que no tiene desperdicio de fondo, chocolate de acá de forma... qué rico. Dos redes inalámbricas que graban en el corazón que estoy aquí: "Álvaro Uribe paraco asesino", ''El Ejército masacra campesinos". Y campesinas, y cualquier ser que no se ajuste a su normativa militar, y a lxs que se ajustan también. Ay, Colombia... otra vez tú y yo acá, en un mano a mano imposible, en un pulso dulce y amargo a la vez, disputándonos el nudo en el estómago. Sigue la salsa: "no se puede corregir a la naturaleza, palo que nace doblao jamás su tronco endereza". Toma ya. Reitero, gran tesis. 

Y venía yo pensando que me apetecía escribir algo sobre mis lecturas en el avión. Ese vuelo Madrid - Caracas con la compañía "socialista" de papito Chávez... En fin... ese tema otro diíta. Entre otras cosas, me amenizaron el vuelo el maravilloso texto de Cortázar "Fantomas contra los vampiros multinacionales", primera edición con ilustraciones chulísimas (gracias, Aguirra, por el regalazo), y el artículo publicado en Diagonal "Gritos estéticos". Si, gentes, me lo traje, pa que acompañara mi morriña. En ambos artículos hay párrafos muy subrayantes, de ésos que te tocan la cabeza y te zarandean el cuerpo. 

En Fantomas hay dos partes que me gustan especialmente: 

La primera dice ...una vez más esa difícil conquista de un equilibrio en que la vida cesara de ser su propia representación y se buscara desde adentro y hacia adentro. La metavida, qué jodida es...

La otra –Susan, nuestros pueblos están alienados, mal informados, torcidamente informados, mutilados de esa realidad que sólo unos pocos conocen.
   –Sí, Julio, pero todo eso se sabe también de otras maneras, se sabe por el trabajo o la falta de trabajo, por el precio de las papas, por el muchacho que balearon en la esquina, por los ricachos que pasan en sus autos delante de las villas miseria (es una metáfora porque tienen buen cuidado de no pasar en su puta vida). Eso se sabe hasta en el canto de los pájaros, en la risa de los chicos, en el momento de hacer el amor. Esas cosas se saben, Julio, las sabe un minero o un maestro o un ciclista, en el fondo todo el mundo las sabe, pero somos flojos o andamos desconcertados, o nos han lavado el cerebro y creemos que tan mal no nos va simplemente porque no nos allanan la casa o nos matan a patadas...
" Sí, Cortázar, sin saberlo, supongo, hablaba de eso de que lo personal es político, esa revelación feminista que sabe que los cuerpos mismos, las relaciones sociales, micro o macros, la subjetividad está construida a través de procesos políticos... y que la estrategia del poder hegemónico es disciplinarlos, fabricarlos según sus parámetros de normalidad para satisfacer sus intereses heteropatriarcapitalistas... Claro que Julito no sabía, o no nos mostraba (lo cual es inmensamente político), que no sólo el minero o el maestro o el ciclista lo saben... también la trabajadora del hogar, la puta o la becaria, la campesina, la indígena, la narcotraficante, la trans... Y sí, en el momento de hacer el amor, justo en el clavo!, también en el de follar, sabemos que las cosas no van bien, o que las estamos modificando... resexualizamos, dessexualizamos o postsexualizamos nuestros cuerpos para hacerle frente al capital, Julito.

El otro texto, Gritos estéticos, trata sobre este encuentro, el laboratorio Magdalenas en el que trabajan a través del teatro de las oprimidas mujeres que se reapropian del "teatro del oprimido" de Augusto Boal, que a la vez bebe de "la pedagogía del oprimido" de Paulo Freire, para repensar el espacio político que habitan y constituyen sus cuerpos, para problematizar el género y conflictuar ese "ser o estar mujer". Y el texto maravilloso dice: Algunas reflexiones que nos ha despertado este laboratorio es que no somos mujeres ni tampoco hombres. Por mucho que se empeñen en socializarnos como tales, tenemos tetas y bigote, chorreamos sangre y eyaculamos, tenemos tornillos en la boca y en el tobillo, lásers y agujas que nos atraviesan.
Estando a la moda diríamos que somos cyborgs, pero es preferible declararse un monstruo, una Frankenstein de carne, hierros, polvos de vaca y tinta, una criatura de ficción creada en el hogar, en la academia, en los laboratorios, en los museos y en los quirófanos. Bravo!!

Por cierto, reinteresante la web de The Magdalena Project.
Buenas noches.

1 comentario:

Mario dijo...

Me encanta a mi también escribir en los aviones ya que es un momento en donde me relajo y disfruto el traslado a otro sitio. Hace poco pude escribir en los Vuelos a Madrid de cuentos cortos que espero algun dia publicar